Aquellos que viven en grandes ciudades, y que han nacido en ellas, tienen el privilegio de encontrarse con un mundo de oportunidades de entretenimiento, de trabajo, y de vorágine urbana. Más en estos días de Pascua, quien no tiene algún primo en un pueblo, un abuelo en pequeñas aldeas de no más de 50 habitantes, para poder ir a visitarlos, cuando sales del mundo urbano, y entras en el mundo rural, no solo existe una dura destrucción de tu realidad intelectual, que quebranta el primer día, todas tus estructuras; si te falta algo, no puedes salir a comprarlo, porque en muchos pueblos no existe ni establecimiento para ello, un simple clavo, un tosco martillo, un cable eléctrico, se hace imprescindible y además imposible de conseguir, en cambio, un pequeño vaso vino natural, o una col para hacer el «puchero», o  bien un huevo, que te deja coger tu vecino del gallinero, es una realidad única.

En muchos casos te acompañan tus hijos, que se quedan asombrados, cuando ven que debajo de la gallinita, tenemos un huevo, «vaya si es verdad son las gallinas las que los ponen», se quedan incrédulos, impresionados, en tal abrumadora realidad. Pero sobre todo , nosotros los mayores, nos encontramos con el contacto de la naturaleza, el silencio en algunos casos, de la brisa, roto con el canto de algún ruiseñor perdido, o tal vez los saltos graciosos, de una cabra montesa. Es este momento donde estamos más cerca de conectarnos con el universo, donde nuestros instintos animales empiezan de nuevo a programarse, y donde nos podemos acercar a Dios.

Acércate a un árbol centenario, un olivo, una carrasca, tócalo con la palma de tus manos, y cierra los ojos, el primer contacto, notarás la rugosidad de su superficie, pero cuando empieces a respirar hondo, a concentrarte en él, verás como te conectas, como notas que tu sangre y su sabía se trasmiten y llevan el mismo ritmo, hasta llegar a un punto, «que tu avatar interior saldrá volando», no dejes perder esta experiencia, grábala en tu ADN, para que forme parte cada mañana de tu despertar, quizás en ese momento, el árbol centenario, te de una respuesta a tu pregunta, a tu futuro, quizás decidas conectarte a la vida, y terminar con lo negativo, será en ese momento cuando serás tu mismo. Un Feliz Abrazo

Those who live in large cities, and who were born in them, have the privilege of finding themselves in a world of opportunities for entertainment, work, and urban maelstrom. More in these days of Easter, who does not have a cousin in a town, a grandparent in small villages of no more than 50 inhabitants, to be able to go visit them, when you leave the urban world, and enter the rural world, there is not only a harsh destruction of your intellectual reality, which breaks all your structures on the first day; if you lack something, you cannot go out and buy it, because in many towns there is no establishment for it, a simple nail, a crude hammer, an electric cable, is essential and also impossible to obtain, on the other hand, a small glass of wine natural, or a cabbage to make the «pot», or an egg, which your neighbor lets you take from the chicken coop, is a unique reality.

In many cases, your children accompany you, who are amazed, when they see that under the hen, we have an egg, «wow, it is true, it is the hens that lay them», they remain incredulous, impressed, in such an overwhelming reality. But above all, we older ones find ourselves in contact with nature, the silence in some cases, of the breeze, broken by the song of some lost nightingale, or perhaps the graceful jumps of a mountain goat. It is this moment where we are closer to connecting with the universe, where our animal instincts begin to reprogram themselves, and where we can get closer to God.

Approach a centenary tree, an olive tree, a holm oak, touch it with the palm of your hands, and close your eyes, the first contact, you will notice the roughness of its surface, but when you begin to breathe deeply, to concentrate on it, you will see how you connect, as you notice that your blood and its knowledge are transmitted and have the same rhythm, until reaching a point, «your inner avatar will fly away», do not let this experience be lost, record it in your DNA, so that it is part of each morning of your awakening, perhaps at that moment, the centenary tree, will give you an answer to your question, to your future, perhaps you decide to connect to life, and end the negative, it will be at that moment when you will be yourself. a happy hug