Empezamos las vacaciones, como una forma de liberarnos de nuestras ataduras, de trabajo, sociales y económicas. Son unos días, donde solemos cambiar de lugar de convivencia, y vemos en muchos casos, a amigas y amigos, que como solo coincidimos con ellos, en este tiempo, donde siempre nos lo pasamos maravillosamente.

Más, nos encontramos que conforme, nos acercamos al final de dichas deseadas vacaciones, volvemos a ver, el final del túnel, y la vuelta a la «monotonía». En muchos casos, lo vemos como una tempestad, que nos inunda el corazón, trayéndonos, solo los malos momentos que han rodeado nuestra vida, y nunca nos acordamos de los buenos.

Ante ello ¿que hacemos?, aceptar lo que creemos, irremediable, y vivir en un mar de angustia, que incluso lleva a posibles depresiones, de difícil solución. O bien, nos ponemos delante de una hoja en blanco, y creamos dos líneas, una la de aquello que hacemos durante nuestro día a día, y nos hace sentir mal, y en la otra, ponemos cualquier momento o circunstancia, por pequeña que sea, que nos hace ser Felices.

¿Para que sirve este ejercicio?

En la mayoría de casos, para darnos cuenta, que tenemos muchas más cosas por las que engancharnos a sentirnos bien, que las que nos entristecen. Entonces siempre que empieces a sentirte triste, debes visualizar aquello que te hace un Ser Especial, y cuando lo conviertas en un hábito, siempre serás Feliz.

En el caso, hipotético, de que la línea de la desesperanza, sea mucho mayor, debes replantearte tu vida, incluso, el lugar donde vives, el trabajo, todo, pues al final, tendrás que salir de tu zona de confort, y decidir seguir donde tu corazón se ahoga, o bien, actuar y cambiar, para ir donde tu Alegría hace que los días sean únicos y maravillosos.

Y lo mejor de todo, es que siempre estamos a tiempo de realizar el cambio, y además, solo depende de nosotras mismas; enfocándonos, y pidiendo a Dios, que nos lleve de su mano, veremos como pondrá un puente hacía Nuestra Felicidad.

¡PEDID Y SE OS DARÁ!

S. Mateo 7:7-11